En el principio de todo está la aceptación…

Soy una adicta en recuperación. Una adicta. En recuperación. ¿Una adicta en recuperación?

Me sobresalte al pensarlo. Al decirlo. Al escribirlo.

Pase todo el día de ayer sentada sobre la cama, con la computadora encendida. Fotos, Facebook, Twitter, blogger, música, un poco de esto, un poco de aquello, las memorias y esta hoja en blanco. Me voy a comer. Regreso. Encuentro algo que acomodar, alguien a quien escribirle, ¿una serie? Ok. Los expertos nos llaman evasores a todos aquellos que encontramos en cualquier nimia distracción la oportunidad para no enfrentar aquello que nos agobia, sea lo que sea.

Para mi, una manera de enfrentarme a mis agobios es la escritura. Liberadora, catárquica. Todo lo que quieres decirle a alguien, sea bonito o terrible, escríbelo. And let it go.

Dejar ir quizá sea la parte más difícil para los adictos como yo. No solo estamos abandonando algo que por mucho tiempo creímos que le daba sentido a nuestra vida (como buenos enfermos, el ego nos tiene colgados de los pies, pero hablaré de estas ideas más adelante), estamos soltando gran parte de lo que creímos ser y, peor aún, no concebimos que pasará con nosotros de ahora en adelante. Si, aterrador.

Así, hice todo lo posible por evadir los momentos de importancia en el proceso de pretender abandonar un vicio: aceptarlo y empezar a enfrentarlo como mejor sé. Hasta hoy. Creo.

¿Cuánto tiempo lleva? Me he hecho esta pregunta desde hace poco más de un año. Terapias, pláticas coaching, huir, retiros, cartas, amantes, Netflix, libros, música, amigos, alcohol y mucho llanto. Pase por esos breves intervalos en los que piensas que “ahora si”, prueba superada, zen. Mi periodo de mayor abstención fueron 3 meses. Autoengaño.

No sé si es cierto que dicen que un día, en medio de tu crisis, te despiertas y dices “no más”. Enought is enought. Y no sé si quiero saber. Y no sé si esto va a funcionar. O cuando. O exactamente para que.

Pero ya estoy aquí, así que dejaré que las letras hagan lo suyo. Sea lo que sea. Quizá mañana mis memorias se conviertan en el best seller más leído.


O no. Mejor no.

Comentarios